Hoy es el día en el que se celebra su natalicio, un 3 de octubre de 1792 usted nacía en Tegucigalpa para traer golria a nuestros pueblos, para iluminarnos con el fulgor de su acero, para hacer fecundos en nuestros corazones los sentimientos de libertad, justicia y patria.
Hoy debería ser un día de fiesta nacional, sin embargo pasa casi desapercibido: estamos aletargados, General, a 222 años de su nacimiento y 172 de su muerte, no hemos sabido llevar a cabo su empresa, no hemos podido corresponder a su genio.
Por estas razones no puedo celebrar, ¿qué celebrar? ¿Esta No-Patria que devora a sus hijos? ¿Estas instituciones de papel que ceden ante la avaricia de unos pocos?
Hoy me siento solitario... siento que la noche me rodea, esa misma noche que cayó sobre todos nosotros el día de su asesinato, esa misma noche que trajo consigo nuestras peores tragedias en forma de dictadores y pseudo-patriotas...
Esa misma noche me rodea.
Me siento triste, triste al mirar su estatua resguardada y pensar en cuánto lo extrañamos, en cuánto lo necesitamos. ¡Aquí se le extraña! Pero más que extrañarlo, ¡aquí se le necesita! ¡Lo necesitamos, General!
Nos sobran charlatanes y nos falta su mano que nos señale el camino.
Ah, qué tedio, qué fastidio, qué tristeza no poder escribirle: "¡Aquí está su pueblo, mi amado General, su pueblo aguerrido que ha salido victorioso, que sabido proclamar la libertad y resguardado las instituciones de la República!"
Pero no...
No sé si fue el hijo más amado por la Patria, pero estoy seguro que es el que más la amó... Y hoy se trata de celebrar su nombre, querido, Benemérito hijo, patriota de la República.
¡A su salud, General!
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